29 La Recuperación de la Memoria Histórica
El “Pacto del Silencio”
Es común que después de que un gobierno represivo llegue a su final haya procesos legales para castigar a quienes cometieron crímenes bajo el amparo de ese gobierno. Los más famosos fueron los Tribunales de Núremberg donde condenaron y castigaron a los Nazis acusados de crímenes contra la humanidad por el Holocausto. Otros países también castigaron a quienes torturaron y/o mataron a quienes consideraban sus enemigos durante una dictadura. También en Argentina se celebraron juicios para condenar las violaciones de los derechos humanos y el genocidio de la dictadura que duró de 1976 a 1983 llamada el Proceso de Reorganización Nacional. Otro ejemplo de tribunales contra el terrorismo del estado son los que se llevaron a cabo contra los torturadores y asesinos de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile (1973-1990). La Comisión de Verdad y Reconciliación preparó los informes que se usaron para procesar a los culpables de las violaciones de los derechos humanos, pero no se hicieron los juicios.
Lo más lógico hubiera sido que se celebraran procesos similares en España después de la muerte de Franco para castigar a quienes en nombre del franquismo habían matado y/o torturado a quienes consideraban sus enemigos. Pero en España no han conseguido castigar a nadie por terrorismo del estado o crímenes contra la humanidad. ¿Por qué? Durante la Transición algunos grupos de política liberal pidieron la amnistía para que quienes habían vivido fuera de España en un exilio político pudieran regresar a España sin miedo a represalias, y que los presos políticos que todavía estaban en cárceles españolas pudieran salir. Hasta ese momento había sido ilegal ser comunista en España. Ahora ningún partido político sería ilegal.
La Ley de Amnistía se aprobó el 15 de octubre, 1977. Aquí pueden leer los primeros dos artículos.
- Artículo primero.
I. Quedan amnistiados:
- a) Todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuese su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al día quince de diciembre de mil novecientos setenta y seis.
- b) Todos los actos de la misma naturaleza realizados entre el quince de diciembre de mil novecientos setenta y seis y el quince de junio de mil novecientos setenta y siete, cuando en la intencionalidad política se aprecie además un móvil de restablecimiento de las libertades públicas o de reivindicación de autonomías de los pueblos de España.
- c) Todos los actos de idéntica naturaleza e intencionalidad a los contemplados en el párrafo anterior realizados hasta el seis de octubre de mil novecientos setenta y siete, siempre que no hayan supuesto violencia grave contra la vida o la integridad de las personas.
II. A. los meros efectos de subsunción en cada uno de los párrafos del apartado anterior, se entenderá por momento de realización del acto aquel en que se inició la actividad criminal.
La amnistía también comprenderá los delitos y faltas conexos con los del apartado anterior.
- Artículo segundo.
En todo caso están comprendidos en la amnistía:
- a) Los delitos de rebelión y sedición, así como los delitos y faltas cometidos con ocasión o motivo de ellos, tipificados en el Código de justicia Militar.
- b) La objeción de conciencia a la prestación del servido militar, por motivos éticos o religiosos.
- c) Los delitos de denegación de auxilio a la Justicia por la negativa a revelar hechos de naturaleza política, conocidos en el ejercicio profesional.
- d) Los actos de expresión de opinión, realizados a través de prensa, imprenta o cualquier otro medio de comunicación.
- e) Los delitos y faltas que pudieran haber cometido las autoridades, funcionarios y agentes del orden público, con motivo u ocasión de la investigación y persecución de los actos incluidos en esta Ley.
- f) Los delitos cometidos por los funcionarios y agentes del orden público contra el ejercicio de los derechos de las personas.
https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Amnist%C3%ADa_en_Espa%C3%B1a_de_1977
Con el tiempo hubo grandes protestas porque esta ley perdonó a todos, no sólo a los exiliados políticos y presos políticos del franquismo, sino también a asesinos y torturadores culpables del terrorismo de estado durante el franquismo.
Hay motivos que se usan para justificar que la ley perdonara a todos. Se dijo que lo mejor que podían hacer para que España pudiera tener una Transición tranquila y pacífica era que todos se olvidaran de lo que había pasado durante el franquismo y que se mirara solo hacia el futuro. A este “olvido” en nombre de un futuro mejor se le ha llamado el “Pacto del Silencio.”
El franquismo era un gobierno totalitario – el gobierno controla todos los aspectos de las vidas de sus ciudadanos. Una norma de los gobiernos represivos es que no admiten las diferencias. Quieren que todo el mundo sea y piense de la misma forma. Para imponer estas medidas con frecuencia usaron la violencia sancionada por el estado franquista. A algunos políticos y empresarios de la Transición también les convenía el silencio y esta amnistía general porque no querían saber, o que se supiera, que sus padres o abuelos habían matado y/o torturado en nombre del franquismo para mantener este estado totalitario.
Por otro lado, muchas familias que habían sido víctimas del franquismo estaban tan acostumbradas a vivir en el silencio, en no hablar de las persecuciones que habían sufrido, que tampoco hablaban de lo que había ocurrido en el pasado.
Pero ¿es posible olvidar? ¿Es posible recuperarse de un trauma simplemente por medio del silencio? Claro que no.
La Recuperación de la Memoria Histórica
Uno de los elementos más crueles de regímenes represivos es que privan a las familias de información sobre sus seres queridos. Hacen que la gente simplemente desaparezca sin que sus seres queridos sepan qué les ha pasado, o si lo saben, siguen humillando a las familias al no permitir que se les dé un entierro digno a sus muertos.
Otra víctima del Pacto del Silencio es la Historia. Algunos historiadores buenos del posfranquismo siempre analizaron y escribieron la Historia de los años de la dictadura, pero no eran la mayoría. Existe una frase común, la Historia la escriben los vencedores, y la Historia del franquismo era una Historia adaptada para justificar y glorificar las acciones de los ultra-conservadores que gobernaron durante el franquismo. Aún hoy en muchas escuelas españolas no enseñan en detalle y de forma neutra la historia española del siglo XX.
Al llegar a mediados de los 1990s, por fin se hace común, incluso popular, contar historias sobre la Segunda República, la Guerra Civil, y los horrores del franquismo. Hay varios motivos, principal entre ellos es que la democracia ya está tan consolidada que la gente ya no teme que haya otra guerra civil. En España todavía hay miles de personas mayores que antes de morir, quieren saber qué les pasó a sus seres queridos y quieren darles un entierro digno. También hay gente que siente una necesidad muy fuerte de saber la historia de su familia y de su país. La gente que vivió y sufrió la guerra y los primeros años más difíciles de la posguerra ya eran muy mayores, y algunos sentían, y todavía sienten, una necesidad apremiante de recoger sus testimonios antes de que fallezcan y de que sus historias que mueran con ellos. La escritora Dulce Chacón explica:
“Nosotros, la gente que estamos en los cuarenta o los cincuenta años de edad, somos los hijos del silencio de nuestros padres’, afirma. ‘Pero es hora de romper este silencio en beneficio de nuestros hijos. Tenemos que rescatar la historia silenciada, es una responsabilidad de nuestra generación … es verdad que la derecha es la que más se ha resistido a romper el silencio sobre las tropelías de la guerra civil y el franquismo. Sigue usando el argumento de que los rojos también cometieron muchos; pero los crímenes de los rojos ya han sido muy contados, ya se encargó de ello el franquismo durante cuatro décadas. Ahora me parece más útil e interesante contar los sufrimientos de los vencidos.”
https://elpais.com/diario/2002/11/02/babelia/1036197558_850215.html
Uno de los crímenes de estado cometidos por el franquismo que ha recibido mucha atención internacional fue el robo de bebés.
Aquí un fragmento del artículo del New York Times, “Taken Under Fascism, Spain’s ‘Stolen Babies’ Are Learning the Truth” del 4 de noviembre, 2022.
“Thousands of Spanish children were taken from hospitals and sold to wealthy Catholic families. This is Ana Belén Pintado’s story.”
“Pintado had long known about the phenomenon of babies stolen from hospitals in Spain. The thefts happened during the end of the regime of Francisco Franco, the right-wing dictator who ruled the country until 1975, and even today the disappearances remain a subject of mystery and debate among scholars. According to the birth mothers, nuns who worked in maternity wards took the infants shortly after they were delivered and told the women, who were often unwed or poor, that their children were stillborn. But the babies were not dead: They had been sold, discreetly, to well-off Catholic parents, many of whom could not have families of their own. Under a pile of forged papers, the adoptive families buried the secret of the crime they committed. The children who were taken were known in Spain simply as the “stolen babies.” No one knows exactly how many were kidnapped, but estimates suggest tens of thousands.
The stolen-baby phenomenon was just one part of a national nightmare that began in Spain with Franco’s rise to power. A right-wing army commander, Franco was among a group of military officers who plotted to overthrow Spain’s government in a 1936 army rebellion, triggering the Spanish Civil War. Overnight, Spain went from an elected democracy to a country in which death squads rounded up and executed leftists and intellectuals. When Franco’s Nationalists could not subdue the Basque Country, they called on warplanes from Nazi Germany that flattened the town of Guernica, inspiring the famed painting by Pablo Picasso that bears its name. The ruthlessness was typical of a new brand of authoritarianism that began toppling democracies one by one in Europe in the 1930s. But unlike Adolf Hitler, Franco survived World War II. Spain’s regime lived on as an enduring fascist state in the heart of modern Europe.
As Spain’s supreme leader, Franco took the title Caudillo, or “strongman,” and soon began stripping away social freedoms within the country. Up to the early 1930s, Spain had been among Europe’s most progressive countries, allowing for married couples to divorce and women to seek abortions. Under Franco, those rights were swiftly rescinded. Contraception was outlawed, adultery was criminalized and women lost the right to vote. Newspapers were censored, and many books were banned altogether, including those of Federico García Lorca, Spain’s most renowned poet and playwright. (Lorca had already been murdered by Nationalists during the civil war.) Franco’s political movement, the Falange, once even published a schedule for housewives outlining times to take children to school, bleach clothes and prepare dinners.
But one of the most lasting abuses of the era was borne by children. In the late 1930s and 1940s, Antonio Vallejo-Nájera, a leading psychiatrist in the regime who was trained in Nazi Germany, promoted the idea of a Marxist “red gene” carried by the children of Franco’s left-wing opponents. The gene, he said, might be suppressed by removing children from their mothers and placing them with conservative families. Franco’s men soon began the abductions on a large scale. They targeted children orphaned by Franco’s firing squads and took newborns belonging to women who had given birth in jail as political prisoners. All were sent to be raised by regime loyalists. The era of the “stolen babies” had begun.
Franco’s rule also marked a dramatic turn for the Catholic Church, which allowed its nuns and priests to become partners of the right-wing regime. They commanded the education system, where children were to be instructed in Catholic values, learning to read using the Bible. Franco also ceded oversight of parts of the state-run hospital system to the clergy. Nuns often sat alongside top management at hospitals, helping to select staff and overseeing the budget. But their influence was perhaps strongest in the hospitals’ charity floors that took in the poor. There, the nuns were often deployed to encourage single mothers to give their babies up for adoption to married couples.
“The mothers were no longer prisoners, leftists or the wives of leftists,” wrote the journalists Jesús Duva and Natalia Junquera in “Stolen Lives,” a 2011 book about the kidnappings. “It was no longer about political repression, even though, in many ways, the victims continued to be from the same defeated social classes: poor couples.” For a time, the arrangement ran smoothly. But by the 1960s, Franco had opened Spain to tourism and multinational industries, which brought foreigners with more liberal ideologies. The economy also boomed, giving women more independence. Being an unwed mother was no longer as impossible as it once seemed. “The supply of babies began to fall,” Soledad Arroyo, a journalist who investigated early accusations, told me. “But it had already generated a huge black market in the illegal trafficking of babies. What do you do?”
Some nuns — aided by doctors, nurses and midwives — began to abduct babies to meet demand. In certain cases, the nuns still managed to persuade mothers to give up their children willingly, though many say they were coerced into surrendering their newborns. Others say they were sedated in the delivery room and then told, when they woke up, that their babies had died. In reality, the children had been sold to other families.
Franco’s regime was not the only one to use the theft of children as a political weapon. In Argentina, as many as 30,000 people were “disappeared” by a military junta that ruled from 1976 to 1983 and gave their orphaned children to right-wing families, prompting decades of protests and demands that the government investigate. In Spain, people often refer to the Argentine cases as offering a precedent. But unlike Argentina, Spain never established a truth-and-reconciliation commission. In fact, the country did the opposite, passing a broad amnesty law in the years following Franco’s death that absolved members of the regime of most of their past crimes. While those responsible for the abductions were not explicitly granted amnesty, the policy did reflect a consensus that had emerged in post-Franco Spain — to avoid confronting the dark legacy of the dictatorship. The agreement even had a name: the Pact of Forgetting. Spain’s leaders, on both the right and left, espoused the need for peaceful democracy, even if it meant sacrificing popular calls for justice. “Let’s not disturb the graves and hurl bones at one another — let the historians do their job,” said José María Aznar, a former prime minister, in a speech years later.
It’s a sentiment that has endured to this day. Many mass graves belonging to victims of the Nationalists killed during the civil war remain untouched, despite pleas from family members to exhume and identify the bodies. The Valley of the Fallen, a Catholic basilica and paean to the fascist dictatorship, still overlooks the capital. And for the stolen babies of the era, now middle-aged adults like Pintado, there has been no official acknowledgment of what occurred in the hospitals. No apology from the government or church for the kidnappings. And no clear starting point for finding answers. Pintado, like many others, would have to become the detective in the case of her own kidnapping, tasked with hunting for the parents she never knew.”
La mujer protagonista de la historia consigue encontrar a su madre biológica, que había pasado todos estos años llorando a una hija que le habían dicho que había muerto al nacer. A finales de los años 50 y principios de los 60, cuando Estados Unidos firmó acuerdos diplomáticos y comerciales con España, muchos de los bebés robados fueron vendidos a familias estadounidenses.
En 2018, un documental titulado El silencio de otros (dir. Almudena Carracedo y Robert Bahar) recibió muchos premios internacionales. Cuenta la historia de gente cuyos padres fueron matados en la guerra civil, y que quieren recuperar sus cuerpos para poder darles un funeral digno, antes de que ellos mismos también se mueran, ya que los que eran niños durante la guerra civil, son ancianos hoy. También quieren que quienes les torturaron reciban un castigo.
Pueden ver El Silencio de Otros en Netflix si quieren crédito extra.