Capítulo 6 – México y sus revoluciones
México en el siglo XIX
Luego de las guerras de independencia, gobernó en México Agustín Iturbide, quien se hizo proclamar Emperador Agustín I de México, reestableciendo un breve período reinado que duraría hasta 1823. En 1824, Iturbide es pasado por las armas por la traición a las causas de un México libre y republicano que quedó establecido oficialmente en la Constitución de 1924. Guadalupe Victoria asumió el poder y proclamó en México la abolición de la esclavitud, adelantándose a muchas naciones americanas a este respecto.
En 1829, España intentó recuperar el territorio mexicano, pero este intento recolonizador fue frustrado por el ejército mexicano comandado por el general Antonio López de Santa Anna (1791-1876) quien pasaría a dominar la vida política hasta el año de 1855. Fue López de Santa Anna quien lideró los tropas mexicanos contra los colonos norteamericanos que se habían establecido en Texas, dando comienzo a la guerra entre México y los Estados Unidos (1846-1848), donde México perdería gran parte de su territorio, incluyendo las regiones de los estados de Caifornia, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y parte de Colorado.
Luego de que Santa Anna fuera expulsado del poder en México, se inicia una época conocida como “La Reforma”. En este período el gobierno estuvo en mano de liberales liderados por Benito Juárez (1806-1872), un indio zapoteca originario del estado de Oaxaca y quien fue tan influyente en el rumbo de la política decimonónica que se le reconoce como “el Abraham Lincoln” de México. Cuando México se independizó en el siglo XIX, una tercera parte de las tierras en ese país pertenecían a la Iglesia católica. Poco después de llegar los liberales al poder en 1855, se proclamó la Ley Lerdo (1856) donde se dictaba la venta de las tierras y haciendas en manos de la iglesia. La Constitución de 1857 establecía el poder del Estado por sobre otros poderes como el militar y/o el eclesiático. Benito Juárez quien asumió oficialmente la presidencia en 1857 promulgó las Leyes de Reforma que ordenaban la supresión de las órdenes religiosas, la confiscación de las tierras de la Iglesia y el registro civil (nacimiento, matrimonio y muerte) para los ciudadanos mexicanos. Los sectores conservadores en México reaccionaron ante estas medidas dando lugar a la Guerra de la Reforma (1858-1861) que aunque fue ganadas for las fuerzas liberales de Juárez, dejó a México arruinado e incapaz de poder pagar la deuda exterior que había contraído con países como Francia, España e Inglaterra. Francia aprovechó esta situación para imponer al Archiduque Maximiliano de Austria como emperador de México en 1864, pero su regimen sería derrotado 3 años más tarde por las tropas mexicanas. Maximiliano fue capturado, juzgado y ejecutado en 1867. Benito Juárez fue entonces elegido como presidente de México. Luego de la muerte de Juérez em 1872, fuerzas opositoras y conservadoras a cargo del general Porfirio Díaz se impusieron en el gobierno mexicano, comenzando la era conocida como El Porfiriato (1876-1911).
Don Porfirio Díaz
Porfirio Díaz había sido alumno de Benito Juárez en la Facultad de Derecho en Oaxaca, pero Díaz abandonó sus estudios para dedicarse a la carrera militar. Sus 30 años al mando de México trajeron algunos avances importantes como la construcción de las vías de ferrocarril que comunicaron a las distintas regiones de México, pero al mismo tiempo permitieron que pocas familias se apoderaran de muchísimas hectáreas de tierra, quedando los campesinos despojados de sus derechos de propiedad. La población rural sufrió un régimen represivo impuesto por los Rurales, un cuerpo militar que ponía orden en los campos bajo el lema de “pan o palo”. En otras palabras, si el campesino era sumiso y obedecía recibía su comida, pero si se oponía era castigado sin contemplación, a garrotazos. Los campesinos desalojados de sus tierras por los Rurales terminaban contratados como peones en las enormes haciendas de los amigos de Porfirio Díaz. Cuando Díaz intentaba reelegirse por enésima vez, Francisco Madero publicó en 1810 un libro que sacudió al público mexicano y echó al traste los planes del octogenario Porfirio Díaz que tuvo que exiliarse en Europa. La partida de Porfirio Díaz marca el inicio de la Revolución mexicana. Francisco Madero era un joven de familia acomodada, alguien que había estudiado en el exterior (en París y en la Universidad de California en Berkeley) y que venía con ideas renovadoras que encendieron los ánimos de una sociedad cansada del largo Porfiriato.
La Revolución armada (1911-1920)
Luego de que la rebelión liderada por Francisco Madero obligara a Porfirio Díaz a abandonar el país, se proclamó presidente de la república mexicana a Madero. Sin embargo, Madero tenía una personalidad idealista y muy poca preparación en la administración pública.[1] En lugar de actuar en favor de los campesinos como había prometido y proclamar la Reforma agraria, trató de pactar con distintas facciones del movimiento sin lograr avanzar. Victoriano Huerta, uno de sus allegados, lo traicionó y lo asesinó para luego apoderarse del gobierno de México en el año 1913. En el norte del país se rebelaron contra Huerta los líderes Pancho Villa, Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. Mientras tanto, el cabecilla Emiliano Zapata de origen indígena se alzaba contra las tropas federales de Huerta. Ante la presión de las tropas revolucionarias, Victoriano Huerta se exilia y en 1915 los cabecillas revolucionarios se congregan en la Convención de Aguascalientes, donde se redacta una nueva constitución y se propone a Carranza como el nuevo presidente. Villa y Zapata se oponen a esta decisión, pero Carranza se sostiene en el poder por cinco años (1915-1920).
La Constitución de 1917
La carta magna de 1917 estableció un régimen de reforma agraria que sirvió de modelo para otras naciones latinoamericanas. Entre sus artículos se incluían protecciones laborales como un salario mínimo, el derecho a formar sindicatos, la igualdad laboral y salarial de mujeres y hombres, el derecho a la huelga, la secularización de la enseñanza y la separación entre el Estado y la Iglesia. El presidente de entonces, Venustiano Carranza, no puso en marcha todos estos puntos contemplados en la ambiciosa Constitución de 1917. Obregón fue nombrado presidente en 1920 luego de que Carranza fuera asesinado por fuerzas opositoras.
Emiliano Zapata fue asesinado en 1917, por oponerse a la inacción de Carranza quien no terminaba de poner en marcha la reforma agraria que reestablecería los derechos de propiedad a los campesinos. El lema de Zapata y sus tropas era “Tierra y Libertad” pues para el líder del Sur la lucha no se acabaría hasta restituir las tierras a los trabajadores del campo. Murió asesinada por las tropas de Carranza, pero fiel a su dicho de que “es preferible morir de pie que vivir de rodillas”, una consigna que sería adoptada años más tarde por las tropas republicanas de la Guerra Civil Español (1936-1939). Como la frase lo indica, la revolución zapatista no estaba dispuesta a darse por vencida hasta no alcanzar sus objetivos. Los zapatistas no iban a deponer las armas para ponerse al servicio de cada nuevo gobierno si éste no respondía a sus demandas por una vida más digna en el campo mexicano. Con la muerte de Carranza en 1920 y con la de Villa en 1923 se cierra la etapa bélica de la Revolución Mexicana.
El Maximato (1924-1934)
El presidente mexicano Plutarco Elías Calles cuyo periodo de gobierno se extendió de 1924 a 1928 se caracterizó por dominar el poder montando en la presidencia a sus incondicionales. Empezó una etapa de mayor tranquilidad nacional, una vez terminada la lucha armada, pero se dio un ascenso vertiginoso de una nueva clase de poder corrupta que se pavoneaba de sus recién adquiridas riquezas. Había una corrupción rampante que benefició a los antiguos líderes revolucionarios. Calles fundó el Partido Nacional Revolucionario (PNR) y aplicó con todo rigor las disposiciones anticlericales de la Constitución de 1917, dándose lugar a la rebelión en defensa de la iglesia, la Revolución Cristera que recibió ese nombre pues los militantes religiosos combatían bajo el grito de “¡Viva Cristo Rey!”. El gobierno de Calles tuvo que suavizar su postura anticlerical para calmar las acciones de los cristeros. En el campo, se empezaron a repartir tierras entre los campesinos y se inició un sistema de explotación semicolectiva de la tierra, conocido como ejido.
Cuando Lázaro Cárdenas llegó a la presidencia de México en 1934, hubo un marcado cambio en las acciones del gobierno. Con Cárdenas en el poder, las promesas de la Reforma Agraria empezaron a cuajar pues el nuevo presidente dio prioridad a los problemas rurales, repartiendo tierras, dotando a los campesinos con medios para labrarlas y abrió una línea telegráfica para que los campesinos que tenían demandas o quejas pudieran comunicarse directamente con él. Aunque no acabó con la corrupción puesta en marcha en las filas oficiales por Calles, logró frenarla un poco. Cárdenas pasó a la historia como uno de los presidentes más honestos y justos en México.
México desde 1940
Con el nuevo presidente Manuel Ávila Camacho (1940-1946) la ideología nacionalista en México se tornó más pragmática y se volvió menos anticlerical pues el propio presidente declaró su credo católico. Se siguió repartiendo tierras a los campesinos, pero se hizo de manera más lenta que en los tiempos de Cárdenas y se dio prioridad a las parcelas individuales en lugar de respaldar el sistema del ejido, que demostraba que no era el más productivo. Inició el proceso de urbanización e industrialización que desplazó a la agricultura como la economía central del Estado mexicano. El sucesor de Avila Camacho, el presidente Miguel Alemán (1946-1952) cambió el nombre del partido oficial que pasó a ser el Partido Revolucionario Institucional (PRI), un partido que se volvió hegemónico y que se mantuvo en el poder por más de 70 años. Cada presidente que culminaba su periodo apuntaba a su sucesor y las elecciones eran siempre ganadas por el PRI. El premio Nobel peruano, Mario Vargas Llosa, denunció este régimen como una ‘dictadura perfecta’. Fue expulsad de México a raíz de este comentario.
En 1968, bajo el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y en vísperas de la celebración de las Olimpíadas en la Ciudad de México, el gobierno asfixió a un movimiento estudiantil que protestaba desde hacía meses, asesinando a cientos de estudiantes. Esta terrible masacre pasó a la historia mexicana como “la matanza del 2 de Octubre”. En la plaza de Tlatelolco puede visitarse hoy en día el monumento conmemorativo de este triste episodio de la vida mexicana. Los gobiernos posteriores al de Díaz Ordaz no lograron restituir la reputación manchada del PRI y en el año 2000, ganó las elecciones el primer candidato que no era del PRI, Vicente Fox (2000-2006). Vicente Foz era un exitoso hombre de negocios que había sido el presidente de la Coca-Cola en México. El sucesor de Fox fue otro candidato del PAN (Partido de Acción Nacional): Felipe Calderón (2006-2012) quien inició una guerra contra el narcotráfico que recrudeció a niveles alarmantes la violencia en México.
Le sucedería en la presidencia a Calderón, el candidato del PRI Enrique Peña Nieto (2012-2018), cuyo gobierno estuvo plagado con escándalos de corrupción. Luego sería elegido Manuel López Obrador (AMLO) quien formó su propio partido político MORENA.
[1] Para una recreación del ambiente mexicano en la época de Madero, recomiendo la lectura de la novela de Mariano Azuela titulada, Andrés Pérez, maderista (1911). Disponible en línea: Andrés Pérez, maderista. Mariano Azuela | 1911 (lanovelacorta.com)